24 marzo 2008
Aun cuando el Reglamento entró en vigor este 24 de marzo de 2008, las secretarías de Salud, Semarnat y Sagarpa deben acatar la Ley de Bioseguridad y concluir satisfactoriamente un sistema de seguridad en México, antes de autorizar cualquier siembra transgénica.
La ley estipula en su artículo 2 fracción XI la creación de un régimen de protección especial del maíz que ordena se determinen las bases para el establecimiento de los cultivos, caso por caso, de los cuales México es centro de origen.
Sin embargo, el Reglamento lo deja para su regulación posterior y da como plazo 60 días siguientes a su entrada en vigor. De acuerdo con éste, la Semarnat y la Sagarpa deberán emitir las disposiciones de bioseguridad que conformen el régimen de protección especial. Sin éstas no se puede proceder a la autorización de las siembras de maíz transgénico.
“El Reglamento se centra únicamente en dar respuesta a las empresas transnacionales y deja en manos de la industria biotecnológica la determinación de las medidas de evaluación, monitoreo y control de los posibles riesgos en la salud humana, al medio ambiente y la diversidad biológica, cuando ésta es una obligación de los gobiernos”, denuncia Aleira Lara, coordinadora de la campaña de agricultura sustentable y transgénicos de Greenpeace México.
Hay que saber...
México ocupa el segundo lugar con más casos de contaminación por transgénicos en el continente americano y el octavo a nivel mundial. Es centro de origen del maíz y, aún sin contar con la autorización de siembras experimentales, ya es afectado por los impactos negativos de los trangénicos creados con tecnología burda y riesgosa que amenaza al medio ambiente y salud humana.
Con la liberación de maíz transgénico, el gobierno mexicano pondrá en manos de empresas transnacionales la soberanía alimentaria de los mexicanos. La semilla de maíz genéticamente modificado es altamente contaminante: investigaciones científicas demuestran la imposible coexitencia de los cultivos transgénicos con los convencionales y orgánicos.
Cuando los transgénicos son sembrados fuera de los laboratorios, aún respetando regulaciones estrictas, es imposible controlar a los insectos, el movimiento del polen o las corrientes de aire, así como el intercambio de semillas, práctica común en los campesinos mexicanos. La Agencia Europea para el Medio ambiente (EEA por sus siglas en inglés) ha descrito al maíz transgénico como un cultivo de “medio a alto riesgo” de contaminación.
Por ello, Greenpeace exige a las autoridades de Semarnat y Sagarpa cumplir con la Ley de bioseguridad y mantener la moratoria a las siembras experimentales de maíz transgénico, hasta completar el sistema de salvaguardas de bioseguridad estipulado en la legislación vigente. "Si se permite que el maíz transgénico contamine las plantas originales de maíz que son cultivadas en México, la Humanidad puede perder estas `plantas madre´ de las que se originaron todas las variedades de maíz”, concluyó Lara.